Beber agua es fundamental para el correcto funcionamiento de nuestro organismo en cualquier etapa de la vida. Sin embargo, el consumo de agua durante el embarazo y la lactancia son fundamentales tanto para la madre como para el bebé. Hoy nos centramos en la importancia del agua durante la lactancia.
La leche materna es el alimento que mejor cubre las necesidades del recién nacido, aportando por lo que en esta etapa, la madre debe modificar su dieta para cubrir tanto sus nuevas necesidades, como las del bebé, ya que cualquier alimento o bebida que ingiera la madre se transmitirá al lactante a través de la leche.
Las madres que dan el pecho a sus hijos saben bien la importancia del consumo de líquidos y otros alimentos con alto contenido en agua para la producción de leche. Esto se debe a que la leche materna está compuesta por entre un 85 y un 90% de agua. De ahí la necesidad de una correcta hidratación, pues sin ella, sería imposible la producción de la cantidad de leche necesaria para alimentar a un bebé.
Por todo ello, se aconseja a las madres lactantes tomar entre 2 y 3 litros de líquidos diarios, una cantidad superior a la que se recomienda habitualmente. Esta cantidad equivaldría a tomar unos 8 vasos de agua al día, además de incluir en la dieta una cantidad suficiente de frutas y verduras que ayuden a hidratar el organismo. También se puede tomar líquido en forma de infusiones, zumos, caldos y sopas, evitando el consumo de bebidas alcohólicas o estimulantes como café, refrescos con cafeína o té, que puedan alterar al bebé, llegando a producirle insomnio.
Del mismo modo que es necesario consumir agua para la producción de leche, se aconseja tener agua a mano mientras se da el pecho, ya que es bastante habitual que se produzca sensación de sed al amamantar al bebé.
Dada la relación directa entre el consumo de agua y la generación de leche materna, se hace imprescindible asegurarse de que el agua que se consume es de la mejor calidad posible, algo muy sencillo gracias a los tipos de análisis de LABOCHECK como el Check Baby, pensado específicamente para determinar los componentes que más pueden influir en la salud de los bebés.
Las madres que dan el pecho a sus hijos saben bien la importancia del consumo de líquidos y otros alimentos con alto contenido en agua para la producción de leche. Esto se debe a que la leche materna está compuesta por entre un 85 y un 90% de agua. De ahí la necesidad de una correcta hidratación, pues sin ella, sería imposible la producción de la cantidad de leche necesaria para alimentar a un bebé.
Por todo ello, se aconseja a las madres lactantes tomar entre 2 y 3 litros de líquidos diarios, una cantidad superior a la que se recomienda habitualmente. Esta cantidad equivaldría a tomar unos 8 vasos de agua al día, además de incluir en la dieta una cantidad suficiente de frutas y verduras que ayuden a hidratar el organismo. También se puede tomar líquido en forma de infusiones, zumos, caldos y sopas, evitando el consumo de bebidas alcohólicas o estimulantes como café, refrescos con cafeína o té, que puedan alterar al bebé, llegando a producirle insomnio.
Del mismo modo que es necesario consumir agua para la producción de leche, se aconseja tener agua a mano mientras se da el pecho, ya que es bastante habitual que se produzca sensación de sed al amamantar al bebé.
Dada la relación directa entre el consumo de agua y la generación de leche materna, se hace imprescindible asegurarse de que el agua que se consume es de la mejor calidad posible, algo muy sencillo gracias a los tipos de análisis de LABOCHECK como el Check Baby, pensado específicamente para determinar los componentes que más pueden influir en la salud de los bebés.
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